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Hacia un sistema energético apropiado (I)

Cada época tiene sus noticias y cada situación, su contexto, pero siempre, el control de los recursos y el poder que este confiere, está detras de todas. Y la energía se ha convertido en uno de esos recursos fundamentales.

Hace 30 años fue la crisis del petróleo, hace 20, la energía nuclear con el accidente de Chernobil, más recientemente, los apagones en California y otras zonas de los EE.UU. A la vuelta de la esquina hemos dejado la entrada en vigor de Kioto o la crisis gasista entre Rusia y Ucrania. Estas son unas pinceladas no representativas de la historia energética reciente. Y aunque haciendo un poco de memoria, podemos acordarnos de muchos capítulos muy interesantes, todavía no se han escritos los más emocionantes.

Me resulta llamativa la interpretación hollywoodiense de la energía, que consiste en una gran revolución tecnológica que supondría encontrar una energía barata, bonita y abundante (obligado poner algún ejemplo: El Santo o Reacción en cadena) como exponente de la fe en una nueva religión que promete el bienestar futuro de toda nuestra sociedad por obra y gracia de una tecnología que no acaba de llegar. Permitidme declararme ateo de esta religión; ni agnóstico, ni escéptico, sino ateo.

A falta de inventos cinematográficos, existe una tendencia a buscar soluciones milagrosas entre las fuentes de energía ya conocidas, como si el "jesucristo energético" ya estuviese encarnado. La energía nuclear (fisión), algunas renovables o el hidrógeno son algunos de esos mesías. Menos considerados, también lo son el llamado "carbón limpio" o la fusión nuclear. Basta proponer cualesquiera de estas soluciones para que surjan contundente detractores con argumentos de lo más convincentes. Todos, sin embargo, tienen algo en común; el fin del petróleo abundante y a buen precio, como dios hegemónico. No tanto porque va a desaparecer, sino porque va a convertirse en un dios sin capacidad de garantizar la paz y la felicidad mundial. Y si este dios no nos vale, hay que buscarse otro. La historia de la religión siempre ha sido así... y de la energía.

¿Dónde estará esa "tecnología salvadora"? ¿cuándo aparecerá ante nuestros ojos?... yo cambié estas preguntas una sola: ¿y si no existe esa "tecnología salvadora"?... y me convertí en ateo energético.

En el mejor de los casos... en el supuesto de que exista una fuente de energía bonita, barata y abundande, la energía pasaría a tener un precio cercano a cero y lo que es más importante, un valor cercano a cero. Algo que se valora se cuida, se ahorra, nos preocupamos. No hay más que ver nuestra sociedad, absolutamente "energívora" para darse cuenta de que en un contexto de esa fuente de energía milagrosa nos despreocuparíamos de su uso, de su producción, de su consumo, de su mejora, de la investigación... al fin y al cabo, como es barta, hay mucha y no tienen ninguna implicación ambiental y/o social. Conclusión: aumentaríamos el consumo de una forma brutal hasta que llegásemos al máximo de su extracción y pasaría a convertirse en lo que ahora es el resto de las energías; una más de las energías que no son suficientes para satisfacer nuestras necesidades. ¿Queréis un ejemplo? La energía solar es bonita, barata y abundante pero no lo suficiente para el consumo actual. En el caso de que exista nuestra diosa energétcia, la exigiremos tanto que se nos quedará pequeña y sólo tendremos fe en ella durante el escaso tiempo en el que satisfaga nuestros vicios.

Por lo tanto, no es problema de la tecnología, es un problema de la sociedad. No hay que buscar la tecnología energética apropiada, sino el sistema energético apropiado. Y ese sistema energético tiene que englobar al conjunto de producción, uso y relaciones adecuadas para que satisfagamos las necesidades energéticas universales sin riesgo de devaluarlas.

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Continúa en
Hacia un sistema energético apropiado (II)
Hacia un sistema energético apropiado (III)
Hacia un sistema energético apropiado (IV)

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