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Monjes de santuarios nucleares y mensajes para el futuro

Y sigo con la energía nuclear, pero con un asunto un poco más serio que la pequeña frivolidad de ayer.

Admitamos nuclear como buena opción energética y el almacenamiento geológico profundo como forma adecuada (¿temporal?) de gestión de los residuos. Ya sé que para algunos será admitir pulpo como animal de compañía... pero admitámoslo como punto de partida para otro juego más interesante.

Y aquí es cuando entra una curiosa noticia que he encontrado en Soitu.es con el título: Los guardianes del legado radiactivo.

El asunto es muy sencillo: según el artículo, en contra de la opinión de algunos/muchos,  todo apunta a que el terreno que quede sobre el almacenamiento geológico profundo tiene que quedar custodiado durante mucho tiempo para evitar que se sucedan situaciones de peligro porque alguien pueda acceder a lo que hay almacenado. ¿Seremos capaces de mantener, de forma continuada, un servicio de seguridad como si fuesen unos monjes custodios de un santuario? Todo apunta a que con el tiempo (decenas, cientos de años), quedará abandonado y el almacenamiento quedará a merced de aventureros o arqueólogos del futuro. ¿Qué hacer? En teoría, es fácil: ponemos un mensaje de advertencia.

Símbolo de aviso de radiación de la IAEA

Una pega... ¿qué mensaje poner de forma que la advertencia quede clara para la gente del futuro? ¿Serán suficientemente explícitas las señales que dejemos hoy para las personas de dentro de varios cientos de años? No tiene por qué ser tan fácil si vemos los precedentes. Ahí por ejemplo, tenemos los mensajes de advertencia sobre maldiciones en las tumbas de faraones que hemos llegado a descrifrar con muchísimas dificultadas por personas expertas en la materia... cuando ya era tarde y ya se había entrado. Vale, igual en ese caso no las maldiciones no eran reales pero ¿y si lo hubiesen sido?

Así que la agencia francesa de residuos nucleares se lo ha tomado en serio y ha contratado un experto para intentar escribir el mensaje de forma que pueda ser entendido por las buenas gentes del futuro.

Hasta aquí, no he dicho nada que no se cuente en el artículo de Soitu y que explica y desarrolla más aspectos. Ahora, una consideración propia: en España no se considera el almacenamiento geológico profundo, sino un almacenamiento temporal asumiendo que esos residuos tienen que tratarse y, lo mejor de todo, aprovecharse para obtenerles más energía, de forma que el residuo se pueda transformar en recursos. Y eso, según dicen, se obtendrá en unos 40 años y por lo tanto, no sería necesario instaurar ningún ’sacerdocio nuclear’ ni preparar mensajes para las futuras generaciones. Veremos.

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